Tras 40 años de participar en muchísimas tareas relacionadas con la educación —como escribir y montar obras de teatro escolares, organizar coros, lavar mesabancos, preparar prácticas de química, organizar excursiones, estar al frente de grupos de preescolar, secundaria, preparatoria y posgrado, dando clases de física, corte y confección, estadística, educación especial, y otras materias— afirmo haberme ganado el título de educadora.
Además, ahora vivo de enseñar a futuros educadores y a maestros en servicio.
Estudié en la UNAM biología —la profesión del asombro—; y luego en la UDLA de Ciudad de México y en Columbia University de Nueva York, educación especial —la profesión de la esperanza.
Me asumo como activista lesbiana feminista, atea, evolucionista, optimista, entusiasta de vivir mientras la vida dure, y lectora incansable de casi todos los géneros.
Escribir siempre ha sido mi pasión, mi pasatiempo, mi identidad.
Te faltó mencionar que fuiste Católica Apostólica y Romana.
ResponderEliminarTanto así que hasta fuiste monja Teresiana.
Y ahora resultas atea.
¿Cómo fue tanto cambio?
(Sic)